viernes, 6 de diciembre de 2013

Vine a la muerte casi un día de difuntos...

Vine a la muerte casi un día de difuntos,
celebrando así lo social
de compartir la hipócrita pena
que ignoramos el resto del año.
Me acojo a las lágrimas ajenas
con esta sonrisa impuesta
por el maquillaje funerario,
que me impide abrir la boca
y escupiros a la cara con la rabia
de convertir mentiras en estigmas
y grabalas en vuestra piel para siempre.
Quise morir a tiempo
de recibir las primeras flores de noviembre
a pesar de no contar con primaveras
fugadas al otoño.
Decidí morir así, celebrando el Samaín como es debido.
Cerrando bocas, inmovilizando lenguas,
cambiando truco y trato
por sudario para mí, mordaza para vosotros
y mierda, mucha mierda
para el llanto teatrero de los que no me conocen.

Jose A. Barros

miércoles, 18 de septiembre de 2013

No aprendí...

No aprendí
comportamientos extraños,
ni conozco a los demás
por esa imposición gregaria
de dibujar sonrisas sobre el hastío
poniendo buena cara a las tormentas.
No sé poner veto a las palabras
entre la lengua y los dientes,
ni amansar volcanes.
No sé infectarme de otros nombres,
no sé llorar cadáveres extraños
ni inventarme el cariño
cuando falta el talento de ganárselo.
No sé cómo esperaban que fuese
cuando no esperaban que así fuera.

Sólo sé ser yo mismo.
Jose A. Barros

martes, 17 de septiembre de 2013

Podrás quitarme las entrañas...

Podrás quitarme las entrañas
como un sádico chamán,
los ojos, como el hambre empuja al buitre,
podrás quitarme la lengua
y evitarme las palabras,
pero nunca podrás quitarme
estas ganas de escribir.

Porque esta enfermedad,
enraizada en las fibras musculares,
no entiende de bisturíes
y tiene el olfato 
de un sabueso buscando al dueño.
Tiene rapaces garras,
hambrientos dientes
y venenosa saliva. 
Es un depredador de llantos fáciles,
un carroñero
de sonrisas débiles.

Jose A. Barros

jueves, 25 de julio de 2013

Hay que vivir muy dentro...

Hay que vivir muy dentro,
donde la sangre
aún es parte del tuétano,
donde el sabor a calcio
llega a través de la piel,
y las venas
apenas comienzan a murmurar
caudales de emociones varias.

Hay que habitar las olas
de los mares de bilis,
ahogarse sin remedio
en la profundidad de los miedos
que me acechan cada noche
y permanecen erguidos
cuando llega la mañana.

Hay que estar
en el dorso palpitante de los ojos
cuando, aterrorizados,
construyen lluvias.

Hay que pasar los días
sobreponiendo quietud
al dedo sobre el gatillo
y marginando a la sien
entre lo sanguinario de las horas.

Hay que vivir muy dentro
para llegar a conocerme.

Jose A. Barros

sábado, 20 de julio de 2013

Un ligero murmullo...

Un ligero murmullo
acompaña a los badajos,
oradores tristes que no saben
por quién llorarán mañana.
Todo el mundo escudriña las esquinas
con ese temor primitivo que nos invade
cuando el cáncer ha venido de visita
y se asegura estancia, desalojando una cama ajena.
 
Algunos se apresuran
a cerrar estaciones y autopistas
por temor a la llegada
de otras enfermedades extranjeras,
posiblemente, demasiado conocidas.
 
Esconden a sus primogénitos
y marcan sus dinteles con sangre de cordero.
¿Y quién se olvidó de los dinteles
durante cuatro años?
 
A los que no tenemos dioses,
ni rezos, ni dogmas de fe
sólo nos queda confiar en que Herodes
viva demasiado lejos.


Jose A. Barros

miércoles, 10 de julio de 2013

En las repisas...

En las repisas,
las navajas ansiosas buscaban dedos
dispuestos al abrazo sanguinario
de compartir el sabor caníbal
sobre el diente metálico.
Había cierto magnetismo
agitándose en la palma de mis manos,
y el hambre se paseaba por debajo de las uñas
como un alargado grito doloroso
que nacía en el estómago.

Todavía conservo las balas
y una lista de entrecejos donde escupir pólvora.
Porque antes de perder las ansias homicidas,
me las trago.

Y ya vomitaré.

Jose A. Barros

lunes, 3 de junio de 2013

Conocedme por mis manos...

Conocedme por mis manos,
por estas manos llenas de temores
y de inseguridad,
amazonas de tacto cuando hube de cabalgar su piel.
Reconoced en ellas el bálsamo de mi dolor.
Recordad
que con ellas me cubro las heridas,
me tapo los oídos y la boca
convirtiéndolas en correctoras
de un carácter indomable.
Impulsivas por naturaleza,
se agitan y desvelan a éste que soy.
Han crecido conmigo
y me compañarán hasta la misma muerte
¿o quizás darán la muerte
o la eviten?.
Conocedme por mis manos cuando me apoye en ellas.
Cuando me sostenga en pie, gracias a ellas,
conocedme por mis manos.
Porque fueron las únicas artesanas
que dieron y darán forma
a todos mis poemas.

Jose A. Barros

jueves, 18 de abril de 2013

Mi poesía...

Mi poesía
es el recuerdo de la luz del Sol,
el olor del asfalto,
el llanto de los recién nacidos
y, a veces, tus ojos tras el cristal,
porque siempre llueve fuera.

Mi poesía brama como el mar,
cuando la marejada
se adivina en las nubes grises.
Suena a la marabunta mercantil
de las mañanas de mercado,
a tormenta lejana y al aullido del lobo
en las últimas noches de febrero.

Mi poesía
me acerca los rincones vacíos
y me propone llenarlos
de miradas cómplices,
me trae cientos de sombras vigías.
Se despide al amanecer
volando despeinada a través de la ventana
con las manos en alto
como inocentes versos.

Mi poesía
disfruta del tercer grado,
cada noche vuelve al origen
y ya no hace planes de fuga.

Jose A. Barros

Con la prisa enfermiza de los buitres...

Con la prisa enfermiza de los buitres
que se sacian a sabiendas de un hambre prolongada,
yo persigo a mi sombra
cuando se asoma tímida y se escapa.
Espero al amanecer
alejado de los bosques,
y con los primeros rayos comenzamos,
sombra y hombre, nuestro ritual de caza.

Al principio se estira con tal fuerza
que es difícil darle alcance,
pero mengua hasta esconderse
debajo de mis zapatos
Y de pronto desaparece.

Mañana saldré de caza
y lo intentaré de nuevo.

Jose A. Barros

lunes, 25 de marzo de 2013

Las luces están preparadas...

Las luces están preparadas,
probando el baile multicolor
para esta noche,
la orquesta ensaya
las últimas piezas
y los camareros
ajustan los chalecos
para servir caricias
que vengan desde la lengua.

Se prohiben malabares bucales
y comisuras que apunten al suelo;
en este festival de labios
se exigen sonrisas de etiqueta
y tener reserva para dos
en los besos del fondo.

Jose A. Barros

jueves, 7 de febrero de 2013

Tengo derecho a protestar...

Tengo derecho a protestar
para no ser atendido,
a rezar y no ser escuchado,
a llorar y no encontrar consolación.
Me permiten estar solo
para no existir
y perderme en la multitud
para destacar delincuencia lírica.
Mis ruegos no obedecen
a peticiones divinas
ni se ajustan al silencio de un altar
tantas veces imaginario,
porque yo tengo las penas aferradas
a los versos de un poema.

Tengo derecho a ser poeta.

Bunbu

miércoles, 6 de febrero de 2013

IRA

Iridiscentes los ojos,
retorcida la mueca,
afloran los enojos.

Bunbu