Hay que vivir muy dentro,
donde la sangre
aún es parte del tuétano,
donde el sabor a calcio
llega a través de la piel,
y las venas
apenas comienzan a murmurar
caudales de emociones varias.
Hay que habitar las olas
de los mares de bilis,
ahogarse sin remedio
en la profundidad de los miedos
que me acechan cada noche
y permanecen erguidos
cuando llega la mañana.
Hay que estar
en el dorso palpitante de los ojos
cuando, aterrorizados,
construyen lluvias.
Hay que pasar los días
sobreponiendo quietud
al dedo sobre el gatillo
y marginando a la sien
entre lo sanguinario de las horas.
Hay que vivir muy dentro
para llegar a conocerme.
Jose A. Barros
La casa del rio susurrante 3 FINAL
Hace 2 días
1 comentario:
Tienes toda la razón José Antonio…hay que vivir mar adentro y arrojar los peces putrefactos de tristezas.
Un poema desnudo con verdades a flor de piel.
Saludos cordiales desde Québec.
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