Con la prisa enfermiza de los buitres
que se sacian a sabiendas de un hambre prolongada,
yo persigo a mi sombra
cuando se asoma tímida y se escapa.
Espero al amanecer
alejado de los bosques,
y con los primeros rayos comenzamos,
sombra y hombre, nuestro ritual de caza.
Al principio se estira con tal fuerza
que es difícil darle alcance,
pero mengua hasta esconderse
debajo de mis zapatos
Y de pronto desaparece.
Mañana saldré de caza
y lo intentaré de nuevo.
Jose A. Barros
La casa del rio susurrante 3 FINAL
Hace 2 horas
1 comentario:
Bueno, pues me gusta mucho, y que os persigáis el uno a la otra día tras día.
Mejor a campo abierto, así no tiene dónde esconderse, sólo en ti.
Un abrazo, Bunbu, salud.
Ío
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