jueves, 27 de diciembre de 2012

No hay nada más sensual...

No hay nada más sensual
que empaparte de sudor ajeno
y saliva extraña
en este arcaico ritual.
Nada como escuchar tu indeciso llanto
entre súplicas alternas
de rechazo y masoquismo.
Nada me complace más
que apretar tu cuerpo
hasta dejar mi nombre
sobre tu piel mortecina,
apenas ya receptiva a los impulsos.
Abandonar las armas de repente,
derramar la fatiga
junto al umbral de tu sombra
y observar los últimos pulsos
apagándose.
Nada me excita más
que diseñar contigo
la escena del crimen.

Bunbu

1 comentario:

Ío dijo...

Hola, Bunbu
Creo que he perdido la costumbre, al menos en público, de deshacer los versos y reducirlos a lo que encuentro en ellos.
Este poema me gusta, me gusta mucho, me pierde entre sus líquidos.
Podría decir que hablas de alguna cosa en concreto, pero en un instante desecho esa idea por ciertas palabras que no concuerdan.
Podría ser que no es sexo, eso me queda claro, aunque no lo esté; podría ser un suicidio en compañía, y esto me gusta más que lo otro, es como si le hablaras al mismo poema que escribes.
Me da a mí que esto puede ser lo que leo, un diálogo antes, durante y después de escribirlo,
"hasta dejar mi nombre
sobre tu piel mortecina
apenas ya receptiva a los impulsos."
Creo es, así lo entiendo, y no será, pero me gusta encontrar que sí.
Buen poema, no me cabe duda.
Abrazos, Jose Antonio
y felices días, :))

Ío