Para ensayar mi muerte
me puse a llorar,
me vestí de negro
y saqué mi duelo a pasear por la ciudad.
Algunos lo miraban
con exagerada indiferencia,
otros ,mostraron mínima curiosidad
como quien mira al inquilino nuevo
del bloque de al lado.
Un niño preguntó si estaba de paso,
y con un tono grave de voz quebrada
casi gritando, le contestó que no,
que vino a quedarse para siempre.
El niño comenzó a llorar asustado.
Para ensayar mi muerte,
el día comenzó a caer
tras la línea del horizonte.
Me fui con mi duelo al parque
y allí hablamos de cosas triviales.
Por ensayar mi muerte,
son las tres de la madrugada
y duerme plácidamente en el piso de arriba.
Yo no concilio el sueño,
no me atrevo a echarle
y temo que se quede para siempre.
Jose A. Barros
La casa del rio susurrante 3 FINAL
Hace 1 día