Por buscar una identidad
me encontré conmigo mismo
en otro rostro,
con poemas que no me pertenecían,
con un lugar de nacimiento
en otras latitudes.
Al principio, quise complicidad
con mi otro yo,
como si fuese buena idea
delimitar el espacio
que ocupa cada uno en la retórica,
pero no existo,
de repente, no existo
y escribir mi nombre
despierta otra identidad.
Y una voz me llama
disipando en el aire
la duda de si es a mí.
Al fin y al cabo,
así nace mi convergencia
conmingo mismo;
de una voz que me nombra
ajena a que yo
soy ajeno a mi nombre.
Jose A. Barros
DÍAS DE ESPARTO
Hace 2 semanas