viernes, 3 de enero de 2014

Decidí poesía inocentemente...

Decidí poesía inocentemente
sin saber hasta cuándo,
sin saber hasta dónde.
Y quizás porque había que decidir.
No tenía nada que ver
con el juicio, y es posible
que mencionar el impulso
o la necesidad
sea sólo una romántica máscara
para engañar al espejo.

Decidí poesía ignorante,
falto de dotes, de conciencia,
de poemas.
Decidí sin dudar como dudaría el sabio,
sin pensar en las consecuencias,
convencido torpemente
de que jamás me dejaría llevar
y los poemas no se escaparían,
perdiendo el control.

Decidí poesía mortalmente
con todo lo que conlleva
lastrar la vida con el peso de unos versos.
Pero yo, no lo sabía.

Decidí poesía, sí,
hasta hoy,
creía haber decidido poesía.


Jose A. Barros